El cannabis se ha popularizado mucho en las dos últimas décadas y su consumo se ha normalizado a ojos de la sociedad catalana, europea y mundial; buena prueba de ello son la gran cantidad de asociaciones cannábicas repartidas por las ciudades más importantes del mundo. Un nuevo estudio impulsado por la Universidad de Columbia y publicado en el portal científico American Academy of Pediatrics señala que el consumo de marihuana, aunque sea muy esporádico, está asociado con un peor rendimiento escolar y con una influencia negativa en el estado de ánimo, aumentando la angustia emocional de los más jóvenes.
El doctor Ryan Sultan, profesor adjunto de psiquiatría clínica del Departamento de Psiquiatría de Columbia y psiquiatra pediátrico y de adultos del New York-Presbyterian/Columbia University Irving Medical Center, y su equipo centraron su estudio en el análisis de las respuestas dadas por los encuestados en la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud y pudieron descubrir que más de 2,5 millones de adolescentes estadounidenses consumían cannabis de forma ocasional mientras que más de 600.000 cumplían los criterios de adicción al cannabis. Para considerar que una persona tiene un trastorno relacionado con el consumo de cannabis debe cumplir, como mínimo, dos de 11 criterios entre los cuales están la incapacidad para reducir el consumo, antojos constantes y problemas sociales y de pareja.
Los investigadores pudieron constatar que los adolescentes que consumían cannabis de forma esporádica (una o dos veces al mes) tenían aproximadamente 2 a 4 veces más probabilidades de desarrollar los efectos adversos en el cerebro como depresión, ideación suicida, pensamientos más lentos, dificultad para concentrarse, absentismo escolar, promedio de notas bajo, peleas y agresividad.
Sultan señala que «nos sorprendió ver que el consumo de cannabis tuviera una asociación tan fuerte con la salud mental y las consecuencias negativas para la vida de los adolescentes que no cumplían los criterios de un trastorno por consumo de sustancias» y alerta de una falta de información generalizada, ya que «existe la percepción entre jóvenes, padres y educadores que el consumo ocasional de cannabis es benigno».
Un peligro a largo plazo
Este consumo de cannabis, aunque sea recreativo, supone un grave peligro para la salud de los adolescentes, pero también es un peligro a largo plazo. La capacidad del cannabis para alterar el desarrollo de la corteza cerebral, la capacidad de razonamiento y la función ejecutiva del cerebro no solo supone un agravio a corto plazo durante los años de formación (que pueden verse drásticamente afectados) sino que también es una amenaza para la funcionalidad de los humanos a largo plazo, ya que el consumo de cannabis en la adolescencia está asociado con dificultades para pensar y resolver problemas, una memoria reducida y un riesgo de adicción.

La doctora Frances R. Levin, profesora Kennedy-Leavy de Psiquiatría en Columbia y psiquiatra de adicciones del NewYork Presbyterian/Columbia University Irving Medical Center alerta que el hecho de “exponer cerebros en desarrollo a sustancias que generan dependencia parece preparar al cerebro para ser más susceptible a desarrollar otras formas de adicción más adelante en la vida”. «Sufrir depresión o tendencias suicidas puede impulsar a los adolescentes a consumir cannabis como una manera de aliviar su sufrimiento» y «al mismo tiempo, el consumo de cannabis probablemente empeora los síntomas depresivos y suicidas», añade.
