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El calor vacía las reservas de nitrógeno del Ártico

Un nuevo estudio impulsado por el CREAF (Centro de Investigaciones Ecológicas y Aplicaciones Forestales) y la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) señala que el calor está haciendo que las reservas de nitrógeno de las plantas del suelo del Ártico estén menguando de forma extremadamente rápida, un hecho que está vinculado con el aumento casi irreversible de las emisiones de CO₂. El estudio se ha realizado durante diez años en praderas subárticas de Islandia, donde los investigadores pueden encontrar gradientes geotermales naturales que simulan cómo afectará el calentamiento del suelo a los ecosistemas más fríos del planeta.

Los estudios que hasta ahora se tenían indicaban que con el aumento de las temperaturas los microorganismos del Ártico se encuentran más activos y, por lo tanto, consumen más carbono y lo emiten en forma de CO₂ a la atmósfera. Con este nuevo estudio, los investigadores señalan que el impacto de las altas temperaturas no solo activa estos microorganismos, sino que también vacía los suelos de nitrógeno -un nutriente esencial para las plantas-. La afectación es mucho mayor de lo esperado, ya que sin este nutriente esencial la vegetación crece menos de lo habitual y no logra absorber suficiente CO₂ para poder compensar las emisiones de CO₂ generadas desde el suelo.

El equipo de investigadores en la pradera subártica del suroeste de Islandia | Sara Marañón (CREAF)

Por cada grado de calor, una nueva pérdida ambiental

Los investigadores señalan en el estudio que por cada grado de temperatura adicional que se registra en el medio ambiente se pierde entre un 1,7 % y un 2,6 % de nitrógeno en el suelo, datos que provocan que se emita una cantidad proporcional de carbono en forma de CO₂ a la atmósfera. “Ya sabíamos que con el cambio climático se libera más CO₂ desde los suelos árticos, pero creíamos que al menos parte de estas emisiones se compensaba con el crecimiento de las plantas, que incrementa ligeramente con el calentamiento. Sin embargo, este estudio demuestra lo contrario: el nitrógeno se pierde, la fertilidad del suelo disminuye y, como resultado, los ecosistemas árticos no pueden compensar estas emisiones microbianas de CO₂”, señala la investigadora líder del estudio, Sara Marañón.

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