Las plumas que tenían muchos dinosauren eran fuerza más parecidos a las de los pájaros del que se había pensado hasta ahora. En un artículo publicado en ‘Nature Ecology & Evolution’, un equipo de investigadores liderados por el University College de Cork, en Irlanda, apuntan que las similitudes son mucho más grandes del que se creía, despertando nuevas preguntas sobre la evolución de este rasgo tan característico.
Una diferencia en la composición molecular de las plumas
Como sabemos, la mayoría de dinosaurios con plumas no podían volar. Además, el 2019, los análisis de unas plumas fosilizadas indicaron que contenían una forma diferente a la proteína queratina, más flexible que la que a día de hoy forma los picos y las plumas de los pájaros. Esto hizo pensar que, desde entonces y hasta los pájaros actuales, los últimos dinosaurios vivos, la queratina había evolucionado.

Imitando las condiciones de preservación
En este estudio, pero, se aportan indicios que las plumas de los dinosaurios tenían una queratina como las de las plumas de los pájaros y, además, se revela información muy importante sobre como pueden evolucionar los fósiles con el paso del tiempo, alternando la estructura química. Los investigadores pusieron plumas de pájaros modernos en condiciones que imitan las que debían de soportar las de los dinosaurios durante la fosilización, observando que la queratina se desplegaba y tomaba una forma más flexible, como la observada en los fósiles.
Esto hace pensar que el que hemos encontrado al registro fósil no son las proteínas originales de las plumas sino el resultado de este proceso y que, por lo tanto, mientras los dinosaurios eran vivos tenían unas plumas mucho más parecidas a las de los pájaros modernos que el que habían indicado los análisis hechos en estos restos.

Un nuevo campo para estudiar
A continuación, los científicos examinaron una pluma de pájaro de unos 50 millones de años y una pluma de dinosaurio no-volador de 125 millones de años. El hecho que la pluma de pájaro contienda alfa-queratinas, como las de los dinoaures fosilizados, y no beta-queratinas, como las de las aves actuales, da otro argumento a la teoría de la transformación de estas proteínas durante la fosilización. En el caso de la pluma de dinosaurio en cambio, tenía principalmente beta-queratinas, cosa que hace pensar que no debía de estar expuesta en suficiente calor como para producir estos cambios.
Si bien las condiciones empleadas en las pruebas podrían no imitar bastante bien las de miles y millones de años enterradas, pues, este estudio cuando menos hace pensar en que sabemos y que nos pensamos que sabemos a partir de restos conservados durante periodos de tiempos larguísimos en circunstancias extremas.
