En las áreas urbanas hay una gran interacción entre humanos y animales, sean domésticos o salvajes como pueden ser cotorras, gorriones o palomas, una interacción que abre la puerta a la transmisión de enfermedades entre animales y humanos y que genera un espacio, un caldo de cultivo, perfecto para la proliferación de enfermedades zoonóticas. Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) analizó durante el 2023 la presencia de organismos zoonóticos en aves y mamíferos y pudieron descubrir un total de 21 géneros bacterianos de los cuales 10 estarían ubicados dentro de la categoría de vigilancia obligatoria por parte de la Unión Europea como pueden ser la Listeria, la Chlamydia o la Salmonella.
La UAM, más tarde, realizó un nuevo estudio en el cual se tomaron muestras de cigüeñas blancas, gaviotas sombrías, cotorras argentinas y cotorras de Kramer y los resultados alertaron a los investigadores, ya que de los 23 géneros de parásitos eucariotas que pudieron identificar advirtieron que había 6 géneros que son potencialmente mortales para los humanos como gusanos intestinales del género Ascaris, hongos como Candida y Aspergillus o el Cryptosporidium, un patógeno que provoca enfermedades gastrointestinales acompañadas de diarrea.
Los investigadores alertan que para combatir la presencia de estos patógenos y tener un control más exhaustivo se deberían implementar sistemas de vigilancia activa que, gracias a diversas técnicas genómicas, microbiológicas y bioquímicas, se pueda estimar cuál es el riesgo de patógenos que hay en las zonas urbanas y las ciudades.

Un cambio de paradigma
Históricamente, la comunidad científica ha señalado que las áreas urbanas no eran un lugar idóneo para que estos patógenos prosperen y se multipliquen. Ahora, sin embargo, las nuevas investigaciones indican que las áreas urbanas se han convertido en un lugar ideal para que constituyan ecosistemas propios con unas condiciones características en las que se producen interacciones entre diferentes especies. En las ciudades, además, conviven diversas especies, desde las que se encuentran en condiciones más silvestres a las especies más domesticadas como los perros o las palomas, y los investigadores señalan que todas las especies pueden transmitir patógenos, aunque no lo pueden hacer de la misma manera.

