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Los científicos miran de reducir la huella de carbono de la investigación

En todo el mundo y en todos los campos de la investigación, los investigadores están mirando de reducir la huella de carbono de su investigación. En un artículo publicado por la revista ‘Nature’ se muestra como, en todos los campos de la ciencia, hay quien mira de encontrar la manera de minimizar su impacto y, así, contribuir tan poco como puedan al cambio climático.

Una calculadora de la huella de carbono de la ciencia

Un ejemplo es el biólogo computacional Michael Inouye, del Instituto Baker del Corazón y la Diabetes de Melbourne, en Australia. A pesar de que siempre había sido preocupado por su huella de carbono, los grandes incendios que sufrió su país el 2019 y el 2020 obligaron a cerrar su laboratorio y, a la vez, lo empujaron a actuar.

Las cúpulas gemelas del telescopio GOTO, en la isla de La Palma | GOTO
Los telescopios tienen un gran gasto eléctrico que, muy a menudo, supone un impacto ambiental importando | GOTO

El mismo 2020 empezó a colaborar con otros científicos por calcular su huella de carbono y crearon ‘Green Algorithms’, una calculadora en línea gratuita por establecer el impacto climático de proyectos de investigación científica. El año pasado, después de calcular las emisiones de uno de sus proyectos en genética humana y dieta, su grupo plantó 30 árboles para compensar las emisiones. Una práctica controvertida pero que, considera, es mejor que nada.

Ejemplos en todo el mundo

El suyo, pero, solo es uno de muchos ejemplos. El 2019, un equipo del Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología (IRAP) de Toulouse también mesuró las emisiones derivadas de la actividad de la institución: electricidad, calefacción/aire, agua, viajes, computación… Los observatorios eran los contribuyentes más grandes a la huella de carbono, con unas 4.100 toneladas anuales. Así pues, están mirando de encontrar como descarbonitzar-se.

En la investigación biomédica la situación es parecida. Los ensayos clínicos, según cómo están diseñados, pueden ser muy intensivos en carbono, como explica Rustam Al-Shahi, neurólogo de la Universidad de Edimburgo (Escocia). El 2021, él mismo participó en un estudio proponiendo una estrategia para mesurar su huella, una herramienta que está siendo probada y que, a finales de este año, tendría que estar disponible. Incluirá las emisiones de los edificios, los investigadores, los pacientes, el personal, el transporte de los materiales…

Laboratorio de droga | Virginia Guard
Todos los campos de la ciencia tendrían que mirar de reducir su huella de carbono, tanto a nivel personal como institucional | Virginia Guard

Hacen falta esfuerzos no solo científicos sino también políticos

Si bien usar el teletrabajo, como durante la pandemia, podría contribuir a reducir las emisiones, el cierto es que hay partes del proceso, como la fabricación y distribución de medicamentos y placebos, que requieren intervenciones institucionales para que sean más sostenibles. De hecho, como apunta Pierrick Martin, astrofísico del IRAP, la ayuda institucional es imprescindible puesto que el que puede hacer cada cual individualmente es mucho pero tiene un límite y, al final, las decisiones políticas son cruciales.

Así pues, en vez de solo mesurar la huella de carbono de la investigación científica, también haría falta que las instituciones empezaran a trabajar seriamente por reducirla. Un proceso que tendría que empezar inmediatamente, por varias razones. En primer lugar, porque cualquier reducción de emisiones es buena y, si se hiciera en todo el sector global, podría ser bastante significativa. Y en segundo lugar, y más importante, porque si las instituciones científicas predican con el ejemplo, con la ayuda de los políticos y legisladores, el cambio global necesario podría ser más sencillo de llevar a cabo.

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