Los análisis de ADN de restos de hace 6.500 años han permitido hacer el árbol genealógico de siete generaciones de humanos del Neolítico. Publicado en la revista ‘Nature’, es lo más grande que se ha hecho nunca hasta ahora de una familia tan antigua y permite dar un vistazo a como eran la vida y las relaciones sociales de algunos de los primeros agricultores y ganaderos.
Más de 120 personas enterradas al mismo lugar
Todo va empezar hace unos quince años cuando, durante las excavaciones a un yacimiento funerario a Gurgy ‘Las Noisats’, a unos 150 kilómetros en el sudeste de París (Francia), entre los restos de más de 120 personas se encontró el esqueleto casi completo de una mujer junto a unos cuántos huesos más que parecía que hubieran sido trasladados allá desde otra tumba. Gracias a los análisis, ahora sabemos que pertenecían a un antepasado macho de docenas otras personas que también fueron enterradas al yacimiento.
Europa Occidental, de hecho, es llena de monumentos donde se enterraron personas poderosas de entre hace 7.000 y 4.000 años. En este caso, pero no hay ningún monumento ni objetos lujosos a los sepulcros, y esto quiere decir que este ‘cementerio’ debía de pertenecer a personas de un estatus social más bajo. En cualquier caso, los investigadores analizaron los genomas de 94 de las 128 personas que había enterradas mirando de descubrir si estaban emparentadas.
Una ventana abierta en la vida del pueblo raído del Neolítico
Los resultados los sorprendieron: dos terceras partes de los esqueletos pertenecían a una sola familia, concretamente a siete generaciones diferentes. Cuanto más cerca estaban enterrados los unos de los otros, más próximo era el parentesco que los unía. Su antepasado común, además, era el hombre de la tumba misteriosa, los huesos del cual habían sido movidos.
En cuanto a la mujer enterrada a su lado, no se ha conseguido obtener el ADN, pero los investigadores creen que, si es como las otras mujeres adultas del yacimiento, es probable que no esté emparentada con nadie. Esto, de hecho, ya se ha observado en otros yacimientos prehistóricos, cosa que apunta a un comportamiento sociocultural consistente a que los hombres se quedaban al grupo familiar mientras que las mujeres marchaban y se unían en otras comunidades.
Gracias a este árbol geneaològic enorme, además, también se han podido observar algunos rasgos curiosos de la vida del Neolítico. Entre los hermanos localizados, por ejemplo, todos compartían el padre y la madre, sin medios hermanos, cosa que indica que, cuando menos en aquel lugar, las familias eran monògames. Si esto se aplicaba solo en el pueblo raso y no a las élites, pero, es más difícil de determinar, pero algunos otros restos de tumbas más ricas en otros lugares de Europa apunta que podría ser así.
