Los árboles gigantes tienen secretos que los permiten superar mejor las sequías. Según un estudio publicado en ‘New Phytologist’ y liderato por Laura Fernández de Uña, investigadora del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), estos organismos desarrollan algunas adaptaciones a medida que crecen que los permiten sobrevivir a las sequías de corta duración con más éxito.
Adaptaciones para ser más eficientes
El trabajo ha evaluado más de 125 estudios, de los cuales más de 90 evaluaban árboles de varias alturas, y concluye que, mientras se van fen más altos, van haciendo reajustes estructurales y funcionales que minimizan las embolias a su sistema circulatorio y el riesgo de muerte por inanición, las dos complicaciones más usuales que sufren los árboles. Con la altura, los árboles mejoran la eficiencia del uso del agua.

Así, cuando hay sequía, son más hábiles en la hora de movilizar agua de las reservas del tronco al sistema circulatorio. Además, en altura el tronco fabrica más tejido dedicado a almacenar agua y guarda más reservas de alimento, además de desarrollar unas raíces más profundas y capaces de extraer agua de las partes más profundas del suelo. Todas estas adaptaciones son claves para soportar la carencia de agua y los hacen potencialmente más resistentes a la sequía que los árboles más bajos.
Los efectos de la sequía
En los episodios de sequía, si vemos árboles con hojas marrones o que caen puede ser por motivos muy diversos. Por un lado, que el agua no llegue a las ramas más altas, cosa que puede provocar fallos en el sistema circulatorio a causa de las embolias. Estas se producen cuando el calor es muy fuerte y las hojas tienen que evotranspirar mucha agua de las raíces hasta las hojas, pero el suelo está seco o no hay bastante agua. Esto aumenta la presión dentro del sistema circulatorio y se pueden producir embolias si entra aire a los conductos, como pasa con los humanos, y también pueden llevar en la muerte del árbol.

Además, el árbol puede sufrir hambre porque, cuando aumenta la temperatura, las hojas cierran los estomas para no perder agua y la fotosíntesis se para. De hecho, igual como acumulan más agua, los árboles grandes tienden a tener más reservas de carbono a los tejidos, que pueden usar durante estos periodos.
Los árboles más altos son elementos clave de los bosques. Dan comer y sombra y son refugio de especies, además de acumular mucho carbono y de redistribuir los nutrientes y regular gran parte del ciclo del agua del bosque, porque recogen y evotranspiren mucha. Las sequías frecuentes y drásticas como las que sufrimos actualmente son una amenaza para los bosques, y perder los ejemplares gigantes puede poner en peligro su funcionamiento.