Un estudio catalán, llevado a cabo por dos investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad Internacional de Cataluña (UIC), mirará de averiguar si es posible identificar disfunciones neurológicas a través de un análisis de sangre. Tal como explican en un comunicado de la UPF, Miquel Bosch i Andrés Ozaíta quieren determinar si estas muestras pueden funcionar como biomarcadors de diagnóstico y evolución de trastornos como por ejemplo el autismo.
A la sangre hay material proveniente del cerebro
Bosch, profesor de la UIC e investigador principal del Laboratorio de Plasticidad Sinàptica, explica que «a la sangre circula material de origen cerebral» y que puede permitir «obtener información genética, epigenética o fisiológica». Las neuronas producen materiales que llegan al torrente sanguíneo y, por lo tanto, podrían ayudar a saber qué pasa al cerebro, es por eso que en este estudio se quiere comprobar si puede ser una «ventana» para detectar los cambios fisiológicos en personas que sufren problemas como por ejemplo los trastornos del especre autista (TEA).

En este caso, se centrarán en una alteración genética hereditaria que comporta discapacidad intelectual y TEA en un 30-50% de los afectados. El laboratorio dirigido por Ozaíta analizará muestras de sangre de ratones transgénicos con esta alteración para ver si el material biológico mantiene las alteraciones observadas a las muestras cerebrales. Además, estudiarán si los cambios observados en el cerebro son presentes a los humanos con la misma alteración genética, gracias al análisis de muestras del biobanc de la Universidad de California a Davis (Estados Unidos). Por su parte, el laboratorio de Bosch estudiará tejidos especializados y analizará el medio extracelular de cultivos ‘in vitro’ de neuronas de ratones con la misma alteración y el efecto de varios tratamientos farmacológicos.
Un estudio que ilusiona los investigadores
Si funciona, se habría descubierto «una forma de seguimiento de condiciones como el autismo» sin «observar directamente el cerebro» o llevar a cabo «complicados ensayos congitius o psicológicos». De hecho, como ha explicado el mismo Bosch, el material circulante en sangre como fuente de biomarcadors se podría aplicar a cualquier enfermedad, también a las neurológicas y psiquiátricas, que son de difícil seguimiento por la complejidad de los síntomas y por la «dificultad de obtener biopsias cerebrales». Es por eso, añade Ozaíta, que están «muy ilusionados» con el proyecto, porque conocen las necesidades que hay para mejorar el diagnóstico de los pacientes.
Los investigadores han destacado que es la primera vez que se estudia el uso del material de la sangre para las enfermedades mentales y han dejado claro que los resultados podrían proporcionar «herramientas muy valiosas para acelerar la investigación biomédica». Es, afirman, «un estudio muy completo» que permite comparar cambios en modelos animales y celulares con los de los humanos y «trasladar los tratamientos probados» de una manera más rápida. El estudio es posible gracias a la financiación del Maratón de TV3 de 2021, dedicada a la investigación en enfermedades de salud mental.