Al yacimiento arqueológico Tozal de Baltarga, en Bellver de Cerdanya, han encontrado los restos carbonizados de un edificio a causa de un incendio, hace 2.200 años, en la Edad de Hierro. La investigación liderada por la Universitat Autònoma de Barcelona ha encontrado los restos carbonizados de un caballo, cuatro ovejas y una cabra, junto con varios objetos de valor, como pueden ser un piquete de hierro y un pendiente de oro que se encontraban escondidos dentro de una olla. Este hallazgo permite reconstruir las pautas económicas de estos habitantes que contaban con una ‘industria ganadera’ muy marcada por la trashumancia.
El incendio de este edificio podría no ser casual, tal como señala el investigador del Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Mediana de la UAB Oriol Olestí, que explica que «es probable que la destrucción violenta del lugar esté relacionada en la época Guerra Púnica». Los investigadores de la investigación señalan que el edificio estaba dividido en espacios de almacenamiento y producción textil y se encontraron herramientas que se utilizaban por fila y tejer la lana de las ovejas y las cabras. Más allá de la ganadería, los investigadores también han encontrado restos de cereales -avena y cebada-, y algunos recipientes de cocina enteros.

La Segunda Guerra Púnica
El Tossal de Baltarga ocupaba una posición estratégica en los Pirineos, era un lugar de residencia y punto de vigía de la comunidad ceretana con un importante asentamiento fortificado cerca, el Castellot de Bolvir, y por eso su destrucción podría estar relacionada con el paso de Aníbal ‘El cartaginés’ cuando se encontraba inmerso en la Segunda Guerra Púnica. Olestí explica que «la precisión cronológica en arqueología por habla de la Guerra Púnica no es suficiente para afirmarlo con toda seguridad» pero también señala que «tienen muy claro que pasó en aquel momento de la historia». «Es probable que la destrucción violenta del lugar esté relacionada con esta guerra». De hecho, el fuego apunta en la dirección de una destrucción antrópica, intencionada y muy efectiva, que destruyó todos los edificios de la localidad.

Una economía ganadera compleja
Olestí explica que las comunidades que se encontraban practicando la ganadería en la zona «no estaban cerradas en las tierras altas, sino conectadas con zonas vecinas, intercambiando productos y, probablemente, conocimientos culturales», un hecho que volvía compleja la economía de los pobladores y los convertía en «una sociedad de la Edad del Hierro adaptada a su entorno y capaz de aprovechar sus recursos en las tierras altas, y también muestra su contacto con otras comunidades».
Los romanos
Olestí Vila señala que «la reconstrucción implica una destrucción repentina, sin tiempo para abrir la puerta del establo y salvar los animales«, pero que un pendiente de oro estuviera escondido demuestra que la población local sufría una amenaza, probablemente la llegada de un enemigo. Más allá del paso de Aníbal, los arqueólogos no saben qué pasó con la gente de Tozal de Baltarga, pero sí que saben que fue reempleado y utilizado por los romanos, cómo demuestra la tuestas de vigía encontrada al yacimiento.
