El Telescopio Espacial James Webb nos lleva imágenes espectaculares del nacimiento de una estrella, denominada HH212, que según los astrónomos no tiene más de 50.000 años de antigüedad. Según explican, la formación del Sol debía de ser muy parecido, y es por eso que observar este fenómeno nos puede dar mucha información sobre los orígenes de nuestra estrella y, incluso, de todo el Sistema Solar.
Esta estrella, que todavía no se considera tal sino más bien ‘protoestrella’, de hecho es invisible porque su brillantez queda escondida en un disco muy denso de gas y pulso que gira a su alrededor. El que sí que se puede ver pero, son los rayos de color rosado y rojizo que salen disparados en direcciones opuestas y que, según los expertos, pueden formar parte del mecanismo que regula el nacimiento de la estrella.

Una nueva estrella cerca del cinturón de Orió
HH212 se encuentra cerca del cinturón de Orió y a unos 1.300 años-luz de nosotros. A medida que la bola de gas que la forma se va compactando, gira sobre sí misma, y los investigadores creen que estas emisiones que vemos son expulsadas por los campos magnéticos de la estrella naciente, moderando la velocidad de rotación. Su color, además, indica que contiene hidrógeno molecular, dos átomos de hidrógeno unidos.
James Webb da detalles nunca vistos hasta ahora
Si bien hace unos 30 años que los astrónomos estudian HH212, obteniendo imágenes de manera regular para ver la evolución en tiempo real el Telescopio Espacial James Webb nos permite tener unos detalles 10 veces superiores a los que podíamos observar hasta ahora, permitiendo conocer mejor los procesos que hay detrás de la formación de las estrellas. Un nuevo ejemplo de los grandes adelantos que se pueden hacer en la investigación del cosmos gracias a este observatorio que, durante los primeros años, ya nos ha dado muchísimas pruebas de sus capacidades.