El posible impacto del asteroide 2024 YR4 contra la Tierra fue una de las noticias que marcó los últimos meses. Ante esta posibilidad, varios investigadores, tal como recoge el portal LiveScience, propusieron diversas medidas para combatir la amenaza de un impacto directo contra el planeta, medidas que para un grupo de científicos podrían no ser suficientes y señalan que una posible solución a la amenaza sería lanzar un ataque nuclear contra este asteroide y, por lo tanto, no solo desviarlo sino desintegrarlo. Los científicos advierten que las medidas habituales podrían no ser suficientes para evitar el impacto del asteroide o que podrían causar el efecto contrario y acercar el impacto, ya que un error en las misiones de desviación podría provocar este hecho.
Los investigadores señalan que la solución posible para desintegrar este asteroide exigiría enviar una misión que se encargara de detonar un arma nuclear propulsada por un cohete. Un método que aún no se ha probado, pero que señalan que sería posible y que se podría lanzar al espacio entre finales de 2029 y finales de 2031.
El impacto contra la Luna es una amenaza para la Tierra
2024 YR4 ha perdido fuerza y el pasado mes de febrero los científicos redujeron la posibilidad de impacto contra la Tierra. En cambio, sin embargo, se alertó que el asteroide había cambiado de trayectoria y que su amenaza se había desplazado hasta la Luna, donde la posibilidad de impacto rondaba cerca del 4%, una cifra considerada bastante alta. Cabe recordar que el asteroide tiene una medida de 55 metros, unas dimensiones que podrían acabar causando la destrucción de una ciudad.

El posible impacto contra la Luna es también una amenaza contra la Tierra, ya que en caso de impacto se producirían eyecciones lunares que harían que la regolita lunar se levantara y, por lo tanto, se aumentara la posibilidad de que restos de microasteroides acabaran llegando a la órbita baja terrestre. Además, un estudio publicado en el servidor de preimpresión Arxiv advierte que el flujo que se desprendería podría llegar a ser 1.000 veces superior a los niveles habituales y pondría en riesgo las misiones lunares por los posibles impactos de pequeñas rocas.