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Las boyas tienen un inesperado efecto «positivo» para la fauna y flora del Empordà

Un nuevo estudio elaborado por el Consorcio de Conservación del Medio Marino, que ha trabajado en diversas zonas protegidas de Calonge y Sant Antoni, Palafrugell, Begur, Palamós, l’Escala y Castelló d’Empúries, señala que los campos de boyas que se instalaron en el litoral del Alt y el Baix Empordà tienen un inesperado «impacto positivo» para la fauna y flora de esta zona del territorio catalán. Los expertos que han participado en el estudio han creado un protocolo a través del cual analizan aspectos como la proliferación de especies y su desarrollo o el mantenimiento de las praderas de posidonia. En declaraciones recogidas por la ACN uno de los creadores del protocolo, Boris Weitzman, señala que el protocolo les permite tener una visión «global» de todo el espacio y poder delimitar las «áreas verdes marinas» que las boyas protegen. Algunas de las conclusiones que extraen los investigadores es que los campos de boyas no solo sirven para su utilidad ‘predeterminada’, sino que además hacen que los anclajes de las embarcaciones no causen estragos en el fondo marino y sirven de reservas marinas temporales. Con este protocolo, los investigadores proporcionan a la comunidad científica una base sobre la cual se pueda valorar cómo impactan los campos de boyas en la costa empordanesa.

Los investigadores destacan que la implementación de estos campos de boyas ha tenido un impacto positivo para los espacios marítimos, pero también para los humanos, ya que aseguran que las boyas «protegen» tanto a bañistas como a la flora y fauna marina. De hecho, los autores de la investigación ponen de ejemplo los prados de posidonia, de quienes se creía que se verían afectados por la instalación de los campos de boyas, pero que, en cambio, se han visto favorecidos por esta delimitación. «Tener barcos y boyas en una zona con mucha presión turística, pensábamos que sería negativo, pero lo que se ve en la superficie no es lo que pasa en el fondo marino», destaca un Weitzmann que señala que la clave para la buena convivencia entre el fondo marino y las boyas es que estas estén bien fijadas y no se muevan. «Lo que es más importante es que el candado no se arrastre y que quede fijado».

Mapa de boyas instaladas alrededor de las Illes Formigues | ACN

Equilibrar la convivencia

Uno de los aspectos que destacan los investigadores es que hay un «equilibrio inestable» entre aquellas personas que apuestan por instalar el máximo de campos de boyas posibles para evitar el fondeo de barcos cerca de las playas y aquellas que apuestan por no llenar de boyas los espacios únicamente accesibles con barco. Weitzmann señala que muchas veces hay un «problema de convivencia» y reconoce que no es partidario de poner boyas «en todas partes», entre otros motivos por el impacto visual que generan, aunque reconoce que son «muy importantes» porque «ordenan el territorio, hacen la navegación más segura porque echar el ancla siempre es un riesgo y, de rebote, protegen el fondo marino».

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